22.7.06

Santana sigue el modelo Izar y separa el negocio de automoción militar del civil - Expansión.com

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Santana, el único fabricante automovilístico de capital español, ha puesto ya en marcha los nuevos motores de negocio –ferroviario, con CAF, y energético, con Gamesa– que soportarán el futuro de la compañía ubicada en Linares (Jaén) a partir del ejercicio 2008.

En esa fecha vence la última de las licencias de producción de todoterrenos de Suzuki –la del modelo Jimny– que tiene la empresa, propiedad al 100% de la Junta de Andalucía desde 1995.

Pero las perspectivas a futuro también contemplan una reordenación radical de la división originaria, la de automoción, que quedará dividida en una rama militar y otra civil, emulando así el modelo de los astilleros públicos con Izar y Navantia.

La Consejería de Innovación de la Junta pretende así salvaguardar el negocio con mayor proyección –el militar– ante posibles expedientes de la Unión Europea, que escrutarían las ayudas públicas recibidas para sustentar el plan de diversificación.

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Estos incentivos ascenderán a 129 millones entre 2005 y 2008, según explica a EXPANSIÓN José Manuel Muriel, presidente de Santana desde octubre de 2004. Con ellos, se convertirá en una empresa multiproducto con cuatro divisiones: la automovilística (en sus vertientes civil y militar), la ferroviaria, la energética y una cuarta aún por concretar, pero que se centrará en el sector del transporte junto a otra empresa española.
“Incluiremos en la división militar de automoción, fundamentalmente, todo lo que tenga que ver con el modelo de 4x4, el Aníbal, que ya fabricamos para el Ejército español desde 2004. Nuestro socio Iveco quiere incluirlo en su catálogo a partir de 2007 para pujar con él por un contrato para renovar quince mil vehículos ligeros de las Fuerzas Armadas italianas”, detalla el también presidente del Grupo Zena.

La pretensión es adscribir a este área la versión profesional de ese modelo, que monta un motor de Iveco y que la filial de vehículos industriales de Fiat comercializará en todo el mundo a partir del próximo año, según el acuerdo alcanzado entre ambos fabricantes el pasado mes de junio.

Muriel añade que todas las subvenciones que recibe Santana de su único accionista –la última, de 46 millones, se ha concedido esta misma semana– se reciben a cambio de activos de Santana que pasan a ser propiedad de Innovación. Con estas ayudas se cubren también las pérdidas recurrentes de la firma, que pretende registrar beneficios en 2008, los primeros en más de una década.

Santana redujo sus números rojos el pasado año un 20%, hasta 25,8 millones, pese a que la facturación no alcanzó la cifra prevista y se situó en 190,8 millones, un 10% menos.

Socio de referencia
Muriel esboza una media sonrisa cuando se le pregunta si, a medio plazo, Iveco acabará convirtiéndose en el accionista mayoritario de la futura división civil de automoción, como ocurre con las dos empresas vascas en las otras dos áreas. “Sólo puedo decir que Iveco va a ser un socio de referencia”.

Lo que sí confirma el directivo es que la rama de todoterrenos civiles no será ya la única de las cuatro que quede bajo control exclusivamente público, como se anunció en un principio. Y la filial de Fiat, posiblemente, decida entrar en su capital en función de cómo progrese el pacto sobre el Aníbal.

Santana tiene previsto producir 15.400 vehículos este año, un 23% más. De ellos, alrededor de cinco mil corresponderán al Jimny de Suzuki y otros tantos a los modelos propios Santana 300/350. La firma, que no posee red de concesionarios después de que la multinacional japonesa la absorbiera en 2004, busca por ello un socio comercial y tecnológico que dé salida al mercado a estos últimos y permita su modernización en el futuro.

El hijo pródigo
José Manuel Muriel, de 53 años, ha vuelto a Santana Motor como el bíblico hijo pródigo. Este ingeniero industrial inició su carrera profesional en la empresa como jefe de fabricación entre 1978 y 1980. Después se fue de Jaén para regresar 24 años más tarde, aunque su madre sigue viviendo en La Carolina, a unos kilómetros de Linares. “Vine por empeño personal del consejero Francisco Vallejo, que quería un equipo directivo nuevo que le pusiera cariño a Santana para poder reinventarla”.

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